El vecino lo hace... La indiferencia que nos mata.
Pongamos
de ejemplo que hay tres casas alrededor de un parque público. El gobierno
quiere cerrar el parque porque no puede seguir dándole mantenimiento, pero los
vecinos no quieren que se cierre. Entonces se da un acuerdo entre los vecinos y
el gobierno, en que el parque se puede quedar abierto si entre ellos tres se
encargan del mantenimiento. Los tres vecinos están de acuerdo. Pasa un tiempo y
el vecino 1 se encargó de las áreas verdes, el vecino 2 de la pintura y el
vecino 3 de misceláneas del parque. Luego, pasa otro tiempo, y el vecino 1 dice
que tiene mucho trabajo y que no puede hacer nada en esta ocasión. El vecino 2
dice esta vez no va a contribuir porque no hace falta, nadie se dará cuenta.
Entonces el vecino 3 está planificando mudarse por lo que esta vez está muy
ocupado y total, se va a ir de ahí. ¿Qué pasó? Todos delegaron su
responsabilidad, todos faltaron a su compromiso bajo un denominador común:
suponer que el otro lo hará.
Bueno sería que esa indiferencia no
nos afectara. Pero sí, el agua que se acumuló en el parque se convirtió en un
criadero de mosquitos afectando a más personas que no viven ni cerca. El gacebo
al estar abandonado pasó a ser un lugar para administrarse drogas. Las áreas
verdes al estar en descuido propiciaron el ambiente favorable para plagas.
Todas las consecuencias se fueron ampliando hasta afectar a personas que nada
tenían que ver con el acuerdo o el parque, con personas que a lo mejor estaban
hasta conformes con que lo cerraran.
Nosotros, como puertorriqueños
tenemos que reconocer dónde estamos parados, qué responsabilidades nos
corresponden, qué tengo que hacer, entre otras cosas. No podemos seguir pasando
y delegando responsabilidades a los demás, porque el día en que todos pensemos
iguales, nada pasará y nadie lo hará. Hace años estamos queriendo ver algo
distinto a lo que hemos tenido en el pasado. Queremos ver resultados distintos,
pero no somos quiénes para hacer cosas diferentes. Le tememos al cambio, y nos
basta la queja y la inconformidad. Hay que reconocer que no todos estamos
dispuestos a hacer todo, o que no todos estamos en la misma página. Pero, el
primer error que cometemos es la desinformación. Creemos que con lo que
escuchamos en un titular noticioso es suficiente, un “es que a mí no me
interesa la política”, lo que escucho en dos minutos en la radio basta, y nos
conformamos con lo poco que recibimos sin salir a buscar. Corillo, desde la
política se maneja la sociedad, se maneja la economía y hasta se ha llegado a
extremos en los que se intenta tener injerencia en la cultura. Si no interesa
formar parte de un proceso político como es el escuchar, debatir, informarse,
manifestarse, por lo menos apoye a los que sí lo hacen, a los que sí defienden
sus intereses y en ocasiones los tuyos de paso.
Hay administraciones que se
proyectan de “política de puertas abiertas” o “abiertas al sano diálogo”, pero
eso es solo eso, proyección; la realidad es otra. Al ciudadano, que no tiene
poder escrito, no le queda más que manifestarse, redirigir la opinión pública,
buscar apoyo, entre otros elementos. Porque entendamos, que cuando la gente se
tira a la calle es porque ya ha habido intentos de sentarse a la mesa a
dialogar. De hecho, también es nuestro deber entender que manifestarse no es un
crimen. De igual manera que tenemos derecho a la educación, lo tenemos para
manifestarnos, para dejarle saber a los servidores públicos (que se deben a
nosotros) que su trabajo no me representa, no me considera. Si tanto sufrimos y
apoyamos luchas internacionales, en otros países y hasta al otro lado del
mundo, ¿por qué no mejor empezar en casa?
Tenemos que salir de la comodidad,
de la conformidad, de la INDIFERENCIA que tanto nos hiere. No seamos más de lo
mismo, sea cual sea tu postura, vamos a salir, vamos a dejarla saber, no tan
solo hablemos, sino participemos. A Puerto Rico no le ayuda un “esto está
cabrón”, lo que le ayuda es que nos levantemos y en efecto digamos más que tres
palabras, hagamos más que quedarnos sentados sin hacer nada, pero sobre todo,
hagámonos sentir. No le sigamos echando las responsabilidades nuestras al
vecino e incluso hasta al mismo gobierno, vamos todos, sin excusas. Yo quiero
vivir en Puerto Rico, quiero que mi hermana se gradúe de la UPR, quiero que mis
hijos corran por la playa de Cabo Rojo, y quiero vivir ese orgullo de ser
puertorriqueño sin estar obligado en la diáspora. Para querer todo eso, tengo
que salir de la burbuja.
Sea la reforma laboral, sea la UPR,
sea la AEE, el cierre de las escuelas, el retiro, o lo que sea, algo te toca,
no estás exento por no luchar (o por la indiferencia). Si hay crisis para los
trabajadores y estudiantes, hay crisis para todos, la crisis es del País
completo.
Si podemos cerrar las calles para caravanas políticas, si se pueden cerrar para llevar a cabo eventos deportivos, si se pueden cerrar para llevar a cabo actividades religiosas, este 1 de mayo de 2018 lo hacemos por nuestra educación, por nuestros derechos, por nuestros niños hasta nuestros ancianos.
Si podemos cerrar las calles para caravanas políticas, si se pueden cerrar para llevar a cabo eventos deportivos, si se pueden cerrar para llevar a cabo actividades religiosas, este 1 de mayo de 2018 lo hacemos por nuestra educación, por nuestros derechos, por nuestros niños hasta nuestros ancianos.
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